Esta semana se jubiló en el Colegio el profesor de 5ºB, Ramón. El martes
cuando se estaba despidiendo nos contó una historia que recordaba de su paso
por la Universidad y como me pareció muy interesante os la cuento:
“Una mañana cuando nuestro nuevo profesor de “Introducción a la Filosofía”
entró en la clase lo primero que hizo fue preguntarle el nombre a un alumno que
estaba sentado en la primera fila:
- ¿Cómo te llamas?
Me llamo Jorge,
señor.
¡Vete de mi clase y no quiero que vuelvas nunca más! – gritó el
desagradable profesor. Jorge estaba desconcertado. Cuando reaccionó se levantó
torpemente, recogió sus cosas y salió de la clase. Todos estábamos asustados e
indignados pero nadie dijo nada.
Está bien. ¡Ahora sí! ¿Para qué sirven las leyes?… Seguíamos asustados
pero poco a poco comenzamos a responder a su pregunta: “Para que haya un orden
en nuestra sociedad” “¡No!” contestaba el profesor “Para cumplirlas” “¡No!”
“Para que la gente mala pague por sus actos” “¡¡No!! ¿Pero es que nadie sabrá
responder esta pregunta?!”… “Para que haya justicia”, dijo tímidamente una
chica. “¡Por fin! Eso es… para que haya justicia. Y ahora ¿para qué sirve la
justicia?”
Todos empezábamos a estar molestos por esa actitud tan grosera. Sin
embargo, seguíamos respondiendo: “Para salvaguardar los derechos humanos”
“Bien, ¿qué más?”, decía el profesor. “Para discriminar lo que está bien de lo
que está mal”… Seguir… “Para premiar a quien hace el bien.”
No está mal pero… respondan a esta
pregunta ¿actué correctamente al expulsar de la clase a Jorge?…. Todos nos
quedamos callados, nadie respondía. – Quiero una respuesta decidida y unánime.
¡¡No!!- dijimos
todos a la vez.
¿Podría decirse que cometí una injusticia?
¡Sí!
¿Por qué nadie hizo nada al respecto? ¿Para qué queremos leyes y reglas
si no disponemos de la valentía para llevarlas a la práctica? Cada uno de
ustedes tiene la obligación de actuar cuando presencia una injusticia. Todos.
¡No vuelvan a quedarse callados nunca más! Vete a buscar a Jorge dijo mirándome
fijamente.
Aquel día recibí la lección más práctica de mi clase de Filosofía y hoy
que me jubilo todavía la recuerdo.”
Si
no educamos para formar personas integras, nuestro trabajo como educadores
habrá fracasado.
Ramón deseamos que disfrutes mucho
de la nueva etapa de tu vida que acabas de comenzar.
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