sábado, 14 de junio de 2014

LA CREATIVIDAD EN LA ESCUELA

¿Una especie en peligro de extinción?

Os voy a contar una historia sobre la creatividad en la escuela de dos maestros diferentes:

El primer maestro tenía una clase con las mesas colocada de una en una y sobre ellas puso  una cartulina con una figura como esta



Frente a la cartulina, del lado izquierdo había bolas de algodón y del lado derecho pegamento y un recorte ovalado de color rosa. El maestro entra en el aula y los niños lo hacen detrás;cada uno elige un lugar y comienzan a curiosear lo que hay sobre la mesa. El maestro, después de saludarlos con mucho entusiasmo, les pregunta: «¡Adivinar qué vamos a hacer hoy!» Y, en coro, le contestan: «¡Un conejo!» 
En seguida procede a dar las instrucciones paso a paso, y mostrando con sus movimientos a los niños lo que tienen que 
hacer. Toma una bola de algodón, le pone pegamento y la pega dentro del contexto de la figura marcada en la cartulina. Da tiempo para que cada uno de los niños lo haga en su cartulina. 
Después de un rato, les pide a todos que levanten sus trabajos y lo que se puede observar son ¡20 conejos idénticos! El Maestro aplaude y felicita a los niños por lo bonitos que quedaron sus trabajos. 

El segundo maestro prepara sobre las mesas cartulinas, pegamento, tijeras, algodón, pinturas y otros materiales. Entra en la clase con una caja y la pone en el suelo. Inmediatamente salen de ella, brincando, conejos de diferentes tamaños y colores. Los niños al entrar y ver a los conejos comienzan a correr detrás de ellos, se meten debajo de las sillas y las mesas. Algunos consiguen atrapar a alguno de los conejos, los acarician, se ríen, imitan el movimiento de sus narices y de sus colas, brincan tras ellos y se arma un bullicio. Después de un rato el maestro decide que es momento de llevarse a los conejos y los saca del aula. 
En seguida les pregunta a los niños: «¿Qué os parece si ahora hacemos un conejo?» Por respuesta recibe un sí entusiasta de los niños que se lanzan sobre los materiales y se concentran en elaborar su conejo. Cada 
uno decide cómo lo quiere hacer. 
Alguno toma una pintura y dibuja un círculo grande y otro más pequeño en la parte inferior. Tal parece que la parte que más le llamó la atención fue el rabo del conejo. Otro dibuja, a su manera, la cara del conejo. Otro más decide hacer una bola de algodón e irle dando forma. 
El maestro durante todo este tiempo observa el trabajo de los niños, los anima, sin interrumpirlos, y de alguna manera se mantiene respetuoso a la concentración que observa en ellos. Transcurrido un tiempo, les pide que detengan su trabajo y les propone que muestren su conejo a los demás. Cuando levantan sus trabajos, se pueden observar 
¡20 conejos diferentes! 


El verdadero maestro no es aquél que te presta sus alas, 
sino el que te ayuda a desplegar las tuyas. 


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